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08 mayo 2005

"Código 46": el amor en un triste futuro.

Ayer vi "Código 46" de Michael Winterbottom en los cines Ideal Yelmo Cineplex de Madrid (cines en versión original, aclaro para los que no lo sepan, situados en pleno centro de Madrid y que no están nada mal). Tenía mucha curiosidad por verla pues el tema me resultaba interesante y además no había visto ninguna de las películas anteriores del director. Buenos actores, un director de prestigio y un tema atractivo son una buena motivación para ir al cine.

La acción de la película transcurre en un futuro no lejano, en el que las grandes ciudades están protegidas del exterior por controles de seguridad. Dichos controles se pasan si se tiene un seguro, en caso contrario se vive en "el exterior". En el exterior están los desheredados, los desprotegidos. Una metáfora del tercer mundo.

Debido a todo ello hay quien trafica con seguros falsificados. El detective William (Tim Robbins) está investigando un caso de falsificación y ahí conocerá a María (Samantha Morton), principal sospechosa. William decide protegerla porque se ha enamorado.

El mundo retratado por Winterbottom es ciertamente temible, tremendamente deshumanizado, triste y oscuro donde si no vives en una gran ciudad es como si no existieses. No cuentas para nada. El código 46 prohibe que personas con genes similares mantengan relaciones sexuales. Viendo la película uno recuerda "Breve Encuentro" (clara inspiración de la historia) y "Gattaca". Pero la película está rodada de forma muy diferente, en el más puro estilo del cine independiente y que recuerda más a "Lost in translation" que a "Minority report".

Es una película triste y hermosa a la vez que gira totalmente sobre los dos actores principales y especialmente sobre el extrañamente hermoso y magnético rostro de Samantha Morton que aparece en primer plano en numerosas ocasiones.

Llama la atención lo bien ambientada que está la película. Pese a no contar con efectos especiales nos sentimos en todo momento en un mundo futuro, frío y gris que, precisamente por su parecido con el mundo en el que vivimos, nos resulta más terrible.

Si se me pide una nota yo le daría un 7 sobre 10.