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03 junio 2005

"Tienda de locos", un Marx siempre es un Marx.

TiendaDeLocosDVDHe visto en dvd la penúltima película de los Hermanos Marx: Tienda de locos (The big Store, 1941) de Charles Reisner. El dvd está editado por Warner y con una calidad de visión bastante aceptable para una película de la época aunque con el defecto de carecer de subtítulos al castellano para las canciones cuya letra complementa la acción de la película.

Sinopsis: Los almacenes Phelps van a ser vendidos por su nuevo propietario, Tommy Rogers (Tony Martin) con permiso de Martha Phelps (Margaret Dumont), copropietaria y tía de Tommy. El encargado de los almacenes teme que las irregularidades contables que ha propiciado sean descubiertas y paga para que maten a Tommy. Martha decide contratar a un detective privado para protegerle y tiene la suerte de contratar al peor del mundo, Wolf J. Flywheel (Groucho Marx) que encontrará ayuda en un músico (Chico Marx) y su amigo mudo (Harpo Marx).

Tras esta película los Marx ya solo rodaron Una noche en Casablanca. Sin duda estamos ante una de las películas menores del grupo pero pese a todo guarda algunas sorpresas. La verborrea de Groucho sigue en forma hasta el punto de convencer a un hombre con 12 hijos y que ha perdido a 6 en los grandes almacenes de que su sueldo no le llega para mantener a tantos hijos y que seguro que se ha equivocado y solo tiene 6.

Aquellos que odien los números musicales sufrirá en dos momentos de la película en la que los números musicales poco aportan. En cambio Groucho tiene uno francamente divertido y que vale la pena ver aunque se hubiesen agradecido los subtítulos.

Dos cosas son, pese a todo, lo más recordado de la película. Una es toda la escena final en los almacenes, llena de momentos imposibles y que resulta realmente divertida. La otra es una escena ciertamente mágica protagonizada por Harpo. Harpo se imagina estar en el siglo XVIII y toca el arpa ante dos espejos creando un momento onírico lleno de lirismo y humor. No es extraño que Harpo fuese el preferido por gran parte de la intelectualidad europea de aquellos años y, viendo este número musical, no pude evitar recordar la anécdota de cuando Dalí le regaló a Harpo un arpa hecha con alambre de espino en lugar de cuerdas. Cuentan que Dalí lloró como un niño cuando vio cómo Harpo agradecido tocaba dicho arpa haciéndose sangrar las manos. Anécdotas de una época que se iba a desvanecer poco después.

Valoración final: 6 sobre 10.