Los Guardianes de la Noche no dan miedo.

El viernes vi la película rusa Guardianes de la Noche (Nochnoy Dozor, 2004) de Timur Bekmambetov, primera parte de una trilogía que llega precedida por un enorme éxito en su país de origen. Se comentaba que era un soplo de aire fresco en el cine de terror. Visto lo visto no puedo estar de acuerdo ni con lo de terror ni con lo de aire fresco.

La película narra como hace muchos, muchos años las fuerzas de la luz y la oscuridad llegaron a un tregua. El mantenimiento de dicha tregua durante la noche es vigilada por personas, con capacidades especiales, pertenecientes a las fuerzas de la luz: los guardianes de la noche. Por cierto, las fuerzas del mal están formadas por vampiros, detalle que no añade nada salvo la excusa perfecta para que un par de escenas tengan sentido.

Si una cosa hay que alabar al director es la fuerza visual de la película, ya que ésta contiene momentos realmente impactantes (el comienzo, por ejemplo). Además la historia mantiene un cierto interés en el espectador, más que nada porque siente curiosidad por conocer la resolución. Pero ahí se acaban los puntos fuertes de la función.

Lo demás podríamos decir que es totalmente fallido. La historia no termina de estar bien explicada y, lo que entendemos se debe a la simpleza de un argumento que no deja de ser la lucha entre el bien y el mal de la que nos han hablado ya en cientos de películas. Las motivaciones del protagonista y su evolución como personaje tampoco resultan creíbles. La película no sorprende y a ello contribuye bastante la ausencia total de atmósfera (curiosamente el trailer daba una imagen totalmente diferente de la película).

Teniendo en cuenta que es un intento de hacer algo diferente dentro del panorama del cine europeo le daré una oportunidad y veré la segunda parte de esta trilogía pero lo cierto es que iré con miedo tras la decepción que ha supuesto este primer capítulo.

Valoración final: 4 sobre 10.