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03 octubre 2005

Obaba: realismo mágico sin magia

Ya tenía pensado ir a ver esta película con anterioridad pero, al haber sido seleccionada por la academia para representar a España en los oscars, mis ganas se multiplicaron. Pensé que si esta película era capaz de desbancar a Princesas tenía que ser un peliculón. O eso o contar una de esas historias que a los estadounidenses les puede conquistar. Opino que ni una cosa ni la otra. Obaba, de Montxo Armendáriz se queda a medio camino de ninguna parte.

Obaba es un pueblo al que llega una joven aspirante a cineasta (Bárbara Lennie, de rostro magnético aunque a veces parezca que se está durmiendo) para capturar en un fin de semana el espíritu de ese pueblo en un documental para su clase de imagen y sonido. Allí encontrará un microuniverso de personajes anclados en un pasado del que no quieren o no pueden escapar.

Uno de los puntos fuertes de la película son las interpretaciones de los protagonistas que, en general, son bastante buenas. En especial destacaría a Pilar López de Ayala y Eduard Fernández que está excelente. Este último se ha convertido, poco a poco y sin hacer ruido, en uno de los grandes del cine español. Algunos de los secundarios están bastante bien y otros se limitan a pasearse por allí (Juan Diego Botto, por ejemplo, poniendo cara de rebelde).

También me han gustado las historias que cuenta la película, que son varias y entrecruzadas en torno a la escuela y a una foto tomada hace años a los alumnos de aquella escuela. Pero ahí acaban las cosas que me gustan porque en general la película me parece fallida. Me gustan las historias pero no cómo están contadas. En general se explica más bien poco y, aunque en el (buen) cine sugerir es mejor que mostrar, hay que saber sugerir porque de lo contrario pasa lo que pasa: las reacciones de algunos personajes se nos antojan arbitrarias y sin sentido.

Se supone que estamos ante una película perteneciente al realismo mágico y, en mi humilde opinión, no es ni realista ni mágica. De hecho hay una alarmante falta de magia (cinematográfica) y emociones durante toda la proyección, a lo que no ayuda el desesperado y excesivamente notorio intento de llenar la película de un calado filosófico que resulta algo cargante. Hay personajes a los que solo les falta mirar a la cámara y decir "Qué profundo lo que acabo de decir, ¿verdad?". Es posible que en los cuentos de Bernardo Atxaga, en los que se basa la película, esa profundidad esté presente pero en las imágenes de la película de Armendáriz no aparece por ninguna parte. Los miembros de la academia de Hollywood van a dormir como troncos con esta película que, me temo, no entenderán.

Resumiendo, resumiendo, la película no me llegó a aburrir aunque en ningún momento consiguió que me sintiese interesado por nada de lo que sucedía en la pantalla. La salvan las interpretaciones, en especial las de los mencionados Pilar Lopez de Ayala y Eduard Fernández que consiguen llevar la película casi hasta el aprobado.

Valoración final: 4,5 sobre 10

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