Una de las películas más esperadas y comentadas del año es, sin duda, Sin City dirigida al alimón por Robert Rodriguez y Frank Miller (con Quentin Tarantino como director invitado, sea lo que sea eso) y basado en la serie de comics escritos por el propio Miller (que realiza un breve cameo en la película).
La película sigue tres historias diferentes ambientadas todas en Basin City, ciudad llena de policías corruptos, garitos inmundos, barrios dirigidos por prostitutas armadas hasta los dientes... En fin, una ciudad poco indicada para una vida tranquila. Además de esas tres historias hay un prólogo y un epílogo que poco aportan.
El problema de las películas formadas por episodios independientes (hay alguna conexión entre ellos pero es realmente muy leve) es que suelen ser algo irregulares al haber episodios mejores y peores. En el caso que nos ocupa a mi me parece que las historias protagonizadas por unos excelentes Mickey Rourke y Bruce Willis son superiores a la protagonizada por Clive Owen (incluso aunque en ésta aparezca mi adorada Rosario Dawson). La historia de Clive Owen no llega a tener la fuerza ni el ritmo que tienen las otras dos, que ya en el comic eran mis favoritas.
Pero lo realmente importante de esta película, lo que la ha catapultado a la categoría de película de culto es la brillante puesta en escena. Mejor dicho, la perfecta traslación del comic a cine conservando de manera increible la estética peculiar del original así como los encuadres. La pantalla se llena de un blanco y negro que encajan perfectamente con la historia que se está contando. Blanco y negro que tan solo queda roto, a veces, por un efecto de color que remarca unos ojos, unos labios o la sangre que fluye por la nieve. Todo tal cual estaba en el comic original. Es, sin duda, un paso adelante y otro ejemplo (Sky Captain y el Mundo del Mañana es otro) de que hoy en día todo es posible en el cine y que bien usadas las modernas técnicas de efectos visuales pueden ser una poderosa herramienta para el cine de espectáculo pero también para un tipo de cine más personal y de menos presupuesto (el de Sin City fue de 45 millones de dólares, una risa para los cánones actuales de Hollywood).
Como parte de ese proceso de traslación es destacable la labor de casting. Los actores se ajustan a su personaje de manera perfecta y están, en general, muy bien. Además de los ya mencionados Rourke, Willis, Owen y Dawson yo destacaría a Elijah Wood (demostrando que puede dejar atrás su personaje de Frodo sin problemas) y a Rutger Hauer (en una intervención corta pero intensa, la recuperación de este actor este año es una gran noticia).
No puedo dejar de comentar la acusación que han hecho a la película de usar en exceso la voz en off, argumentando que es un error producto de no saber trasladar el lenguaje del comic al cine. Creo que eso no es justo. Estoy seguro de que la decisión fue fruto de la enorme fidelidad al comic y que decidieron que lo que en el comic aparecen como pensamientos de los protagonistas también apareciese con el recurso de voz en off en la película. Recurso, por otro lado, muy habitual en el cine negro así que no entiendo cual es el problema.
Sin City es una película llena de violencia (soportable gracias a ese "efecto comic" presente en todas las imágenes de la película), de hombres corruptos y sin escrúpulos (policías, asesinos a sueldo, curas, políticos...), de gente honesta hasta las últimas consecuencias, de víctimas inocentes, de prostitutas obligadas a defenderse a tiros o a katanazos, de hombres duros y de mujeres hermosas (y duras).
Rodriguez, con la complicidad de Miller, ha trasladado (que es un paso más allá de la adaptación) el comic a la pantalla y ha creado una obra única y personal. Puede que esa irregularidad que he mencionado evite que hable de ella como obra maestra pero habrá que esperar a ver en qué lugar coloca el tiempo a esta magnífica película. Por ahora, para mi, es la mejor de todas las realizadas por Robert Rodríguez.
Valoración final: 9 sobre 10.